El juicio continua y se extiende hasta mayo
En la madrugada del 3 de octubre de 2016, Kim Kardashian vivió uno de los momentos más aterradores de su vida. La estrella de reality shows y empresaria estadounidense fue víctima de un violento robo a mano armada en un exclusivo hotel privado en París, Francia, donde se hospedaba durante la Semana de la Moda.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 2:30 a.m. cuando cinco hombres disfrazados de policías lograron ingresar al lujoso edificio Hôtel de Pourtalès, frecuentado por celebridades. Los ladrones amenazaron al conserje del hotel a punta de pistola, lo obligaron a abrir la puerta de la suite de Kim Kardashian y luego la retuvieron dentro.
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Según el testimonio de la propia Kim, los asaltantes la ataron de pies y manos con cinta adhesiva, la amordazaron y la encerraron en el baño. Durante los angustiosos minutos que duró el asalto, los ladrones robaron joyas valoradas en aproximadamente 10 millones de dólares, incluyendo su famoso anillo de compromiso de 20 quilates, regalo de Kanye West. El robo fue uno de los mayores atracos a una persona individual en Francia en más de dos décadas.
Kim, aunque físicamente ilesa, quedó en estado de shock. Logró liberarse tras la huida de los ladrones y pedir ayuda. El evento tuvo un profundo impacto en su vida: redujo significativamente su exposición pública, incrementó sus medidas de seguridad personal y cambió la forma en que se relacionaba con las redes sociales.
La investigación fue extensa. Las autoridades francesas analizaron grabaciones de cámaras de seguridad y muestras de ADN, lo que llevó, en enero de 2017, a la detención de 17 sospechosos, entre ellos un hombre apodado “Yunice Abbas” y Aomar Ait Khedache, alias “Omar el viejo”, identificado como el presunto líder de la banda. Muchos de los implicados eran criminales veteranos, algunos de ellos de edad avanzada, lo que llevó a que la prensa apodara al grupo como la “banda de los abuelos”.
Durante los interrogatorios, Ait Khedache confesó haber planeado el robo cuidadosamente, vigilando los movimientos de Kim en redes sociales. Kardashian había publicado en Instagram fotos mostrando sus joyas en días previos, lo cual facilitó que los ladrones eligieran el momento ideal para actuar.
En 2021, uno de los implicados, Yunice Abbas, incluso publicó un libro relatando su versión de los hechos, aumentando la controversia. En el juicio de 2022, varios miembros de la banda fueron condenados, aunque una gran parte de las joyas robadas nunca fue recuperada.
El robo a Kim Kardashian no solo fue un crimen de alto perfil: también sirvió como lección global sobre los riesgos de compartir en exceso información personal en línea, y marcó un antes y un después en la forma en que las celebridades manejan su seguridad en la era digital.