El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el pasado 4 de junio una orden ejecutiva que impone nuevas restricciones migratorias a ciudadanos de 12 países, entre ellos Irán, Sudán, Haití y Afganistán, con el argumento de proteger la seguridad nacional
La noticia encendió las alarmas en el mundo deportivo, ya que Estados Unidos será anfitrión de múltiples torneos internacionales en los próximos años, como el Mundial de Clubes 2025, la Copa Oro de este verano, el Mundial 2026 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
Afortunadamente, la orden contempla excepciones importantes: atletas, entrenadores, delegaciones técnicas y familiares directos sí podrán ingresar al país para competir o participar en estos eventos. Esto garantiza, al menos por ahora, la presencia de todas las selecciones clasificadas, incluidas las de los países afectados por el veto.
Sin embargo, la situación con los aficionados extranjeros sigue siendo incierta, especialmente para quienes provienen de los países con restricciones. La FIFA está considerando adoptar un sistema similar al “Fan ID” usado en Rusia 2018 y Qatar 2022 para facilitar su ingreso, pero aún no hay confirmación oficial.
El Comité Olímpico Internacional y la FIFA han solicitado claridad para evitar contratiempos logísticos y legales. Aunque la participación deportiva está protegida, la sombra del veto migratorio podría traer consecuencias más amplias si no se establece un protocolo claro y equitativo para todos los involucrados.