La ley sinaloense de “usted me avisa si le pagamos de más”. En el Circo Legislativo de Sinaloa, allá por el 2019, los diputados locales idearon una genialidad: si por error del gobierno te deposita más dinero en tu nómina, tú como trabajador, debes de ser buen samaritano, avisarle de inmediato, y si no, te congelaban por un año para que no volvieras a pisar un cargo público. Sí, como lo oye. Ahora resulta que el empleado debe hacer la chamba del patrón. ¿Sobra dinero en tu recibo? Tú tienes que convertirte en auditor, notificador y agente del SAT en uno solo. ¿Y si no lo haces? Pues eres omiso, corrupto y sancionable. Aunque el que hizo el depósito erróneo esté tranquilo en su oficina, mirando al techo. Por supuesto, nadie dijo nada en su momento. El Congreso de Sinaloa lo aprobó feliz, sin leer las letras chiquitas de los derechos humanos. Pero como aquí la justicia camina en burro y con grilletes, fue hasta enero de 2025 que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) levantó la ceja y determinó que, ¡oh sorpresa!, se violaron garantías fundamentales. ¿Y cómo llegó el caso hasta allá? Pues porque la Comisión Estatal de Derechos Humanos le brincó a la CNDH, y esta, con su ritmo de sloth institucional, lo turna a la Corte. Sólo pasaron seis años. ¡Casi nada! En lo que en otros países se resuelve una guerra, aquí se resuelve un artículo mal redactado. Y así fue como, seis años después del atropello, la SCJN dijo: “¿Saben qué? Esto no va, y le metió reversa total a la reforma de la Ley de Remuneraciones, y ahora el Congreso de Sinaloa deberá rehacer su tarea, esta vez con apego a los derechos humanos. ¡Qué detallazo! Porque sí, los legisladores pueden fallar en legislar, pero eso sí: el empleado no puede fallar en detectar errores en su nómina. Así funciona la lógica inversa del poder en México. Mientras tanto, la SCJN se tomó seis años para corregir lo obvio, porque en este país la justicia llega cuando ya no se necesita. Pero eso sí: llega. ¡Qué viva la Cuarta Transformación! (de culpas) Y qué viva el Congreso de Sinaloa, pero bien lejos del sentido común…
Alberto “El Capy” Rivera: gobierno con mano directa y soluciones exprés. El presidente municipal de Angostura, Alberto “El Capy” Rivera, sigue marcando una diferencia en la manera de ejercer el poder local. En un entorno político donde la burocracia suele ser la norma, “El Capy” Rivera opta por el contacto directo con la gente y con respuestas inmediatas a los problemas planteados. En días recientes, sostuvo una reunión con representantes de la Asociación Ganadera local y dirigentes de Sanidad Vegetal. Las peticiones no se hicieron esperar: combustible para sus labores y apoyo veterinario ante la falta de personal especializado. Sin rodeos ni trámites eternos, “El Capy Rivera” les resolvió en el acto. Autorizó el suministro de combustible y designó, de su propio presupuesto de un veterinario, quien no solo se incorporará de inmediato al servicio, sino que además contará con vehículo oficial para desempeñar su labor. Este tipo de acciones generan una pregunta legítima: ¿Cuántos alcaldes están dispuestos a resolver así de rápido, con recursos propios y sin excusas? En un país en donde la gestión pública suele enredarse entre promesas y postergaciones, el estilo operativo del “Capy Rivera” contrasta con la inercia tradicional. Sin embargo, también abre el debate sobre la institucionalidad: ¿Es sostenible que los alcaldes resuelvan de su bolsa lo que deberían cubrir los presupuestos municipales? ¿Qué dice el estado de las finanzas públicas y del diseño de políticas locales? Mientras algunos critican su protagonismo, otros lo ven como una muestra de liderazgo pragmático y cercano. Lo que es indiscutible es que “El Capy Rivera” no pasa desapercibido y ha hecho del contacto social su principal herramienta de gobierno. Y en tiempos de incredulidad política, eso ya es un cambio de fondo…
Gámez Mendívil: paz de discurso, candidatura de facto. “Prometer no empobrece” reza un refrán popular. Pero si se trata de prometer paz, mucho menos. El alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil, insiste una y otra vez que él no está pensando en la elección de 2027, sino en “construir la paz”. ¡Qué bonita frase! Suena a eslogan de tarjeta navideña, pero en la práctica parece más bien una cortina de humo con aroma electoral. Porque ya lo dijo en 2024, cuando negó sus aspiraciones a reelegirse y terminó en la boleta. Hoy dice lo mismo, pero sus funcionarios lo delatan, al mirarlos a ritmo de campaña que ni los del INE los miran. Trabajo de tierra, posicionamiento, actos públicos “casuales”, huele a precampaña con cubrebocas retórico. Mientras tanto, en la realidad de Culiacán: policías asesinados, más de 500 delitos de alto impacto en seis meses, cierre de 1,800 negocios, según reportan los propios comerciantes. Pero Gámez Mendívil sigue en modo “namasté”, repitiendo el mantra de que “la reconstrucción toma tiempo”. La pregunta es: ¿Cuándo empieza esa reconstrucción? Porque ya va más de medio sexenio y la narrativa ya no alcanza ni para justificar el retrovisor. La violencia sigue, la economía local sangra, y la confianza ciudadana, se diluye como promesa de campaña al día siguiente de la elección. Y mientras tanto, el alcalde simula neutralidad, pero camina con brújula electoral. Porque, seamos claros: en Sinaloa, con una oposición de papel y una estructura morenista aceitada desde el poder, la verdadera elección de 2027 ya está iniciada de facto. Y Gámez Mendívil está en la línea de salida, aunque jure que no corre, pero vaya que si vuela. En política, el que lo niega primero, lo anunció después…
Millán de París, pero sin pan. El presidente municipal de Elota, Richard Millán Vázquez, regresó a su silla como alcalde de La Cruz, tras su glamoroso viaje a París, donde participó en un “encuentro mundial de presidentes municipales”. La gran pregunta que flota en el aire y no precisamente con aroma a croissant, es: ¿Y las inversiones prometidas? ¿Dónde están esos grandes proyectos internacionales que trajo en la maleta? Porque hasta ahora, lo único que hemos visto son álbumes de fotos con la Torre Eiffel de fondo y nada más. Según aprendió: urbanismo, sostenibilidad y desarrollo. Pero la ciudadanía quiere saber si hubo resultados o nomás fue paseo con cargo al erario. Sabemos que en México se viaja con pretexto de agenda, pero se regresa con el mismo guión. Así que, nos quedamos pendientes, estimados lectores, porque no vaya a ser que el viaje a París termine costando más que cualquier inversión que jamás llegue a Elota. Como dice el dicho: “Tanto nadar, para salir seco.”…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
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