Opinion

04-06-20

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Por Leopoldo Martínez Velarde 04 Junio 2020

Crónicas de la 4T

Llego la hora de rendir cuentas.


El pícher abridor de la pandemia ya dio lo que tenía que dar.  En el béisbol se toman innumerables decisiones en cuestión de instantes: quién batea de emergente, cuál es el relevista adecuado, mando o no a robar. Y, sin duda, la más controvertida de todas es la de cambiar a un lanzador en el momento preciso. Un buen manager sabe qué cuando el pitcher solo manda lanzamientos fallidos lo que procede es sacarlo del juego y ordenar calentar el brazo a los relevistas del bullpen.


Quien lleva meses cantando una victoria inexistente, debe hacerse responsable de la derrota. 


Si el doctor Hugo Lopez Gatell acepto la responsabilidad de ponerse al frente de la puesta en escena del combate a la pandemia, deberá asumir las consecuencias. Lo que hoy ocurre al Doctor Lopez Gatell, me hace recordar un consejo que daba a los políticos noveles Don Manuel “el Meme” Garza González: “No te asomes tanto a los reflectores porque en poco tiempo se van a dar cuenta que tu lado de pendejo es mucho más grande que el que puedes tener de bueno”.


Ya no se pueden sustentar el triunfalismo, ni el optimismo de semanas anteriores. 


La estrategia de contención del contagio y la forma de medirlo están resultando bastante menos eficaces de lo esperado. El Presidente López Obrador ha confiado en un equipo de inexpertos genuflexos, para gestionar la respuesta institucional al coronavirus. Ante las evidencias. Se requieren nuevas respuestas que implican medidas severas de confinamiento, de apoyo económico a los desprotegidos y de comunicación para que se tome conciencia de la realidad.


Junio pinta a convertirse en un verdadero desastre.


Seguir la estrategia actual de abrir la economía y esperar que el ritmo de contagio baje por sí mismo, sabiendo que, si los números se agravan, es del todo irresponsable. No es por alarmar. Hace unos dias dimos a conocer que, según el MIT, nuestro país podría llegar a tener cientos de miles de contagios y decenas de miles de muertes. Nadie quiere que esto suceda. Empero. Hay que ponderar que un México en un proceso de contagio sin freno, costará entre 10 y 20% del PIB.


Solamente el orden y la disciplina podrán sacar adelante a los mexicanos.


Reconocer la magnitud del riesgo es el primer paso. Informar con toda claridad e imponer medidas de confinamiento y cierre hasta lograr romper el ciclo de contagio y controlar primero el asunto de salud y luego poner a funcionar la economía. Es el orden lógico a seguir si realmente lo que importa son las vidas humanas. Hacer lo contrario, como hasta ahora, implica asumir el alto riesgo de tener que afrontar en el país disturbios sociales y violencia callejera desbordada.


El contagio y las muertes pueden crecer exponencialmente si no se hace algo drástico.

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