Para los nacidos a mediados del siglo pasado, aún queda mucho por hacer.
En este escrito no se habla de deseos, ideas o pensamientos, se trata de hechos constantes y sonantes, respaldados por evidencias que nos viene muy bien considerar en estos momentos. Un estudio científico publicado recientemente en The New England Journal of Medicine encontró que los años más productivos de la vida son de los 60 a los 70 años. El segundo periodo más productivo es de los 70 a los 80 años. El tercer periodo más productivo es de los 50 a los 60 años.
Prohibido tener miedo a las limitaciones físicas en el periodo más productivo de la vida.
El envejecimiento es un proceso permanente del ciclo vital y la tercera edad una etapa del mismo.
Con frecuencia se asocia a esta última etapa con enfermedad y limitaciones físicas, sin embargo, se ha comprobado que, aunque la enfermedad y las limitaciones parecen inevitables estas pueden posponerse y comprimirse si se adopta un estilo de vida saludable y se compromete activamente con la vida para determinar, al menos en parte, la mejor manera de envejecer.
La tercera edad, no es la edad del declive, todo lo contrario, es la edad del arranque.
Contra lo que muchos piensan y creen y hasta aseguran con ínfulas de infalibilidad, no es la juventud la edad de la mayor creatividad y productividad, ni son los millennials los que están revolucionando el mundo. Las evidencias sobran: la edad promedio de un Premio Nobel es de 62 años, la edad promedio de un CEO según la revista Fortune es de 63 años; la edad promedio de un pastor en las 100 iglesias más grandes de EUA es de 71 años; la edad del Papa es 76 años.
Cuando se olvida de cumplir años y se piensa en cumplir los sueños viene lo bueno.
Por ejemplo: Andrés Manuel Lopez Obrador, logro ser Presidente de Mexico a los 64 años; Nelson Mandela llegó a la presidencia de Sudáfrica a los 77 años y Winston Churchill se convirtió en primer ministro del Reino Unido a los 78 años, al igual que Benjamín Franklin que firmó la constitución de Estados Unidos a los 81 años. Lo mismo sucede con las mujeres, basta y sobra poner como ejemplo a Margaret Thatcher, Ángela Merkel o la madre Teresa de Calcuta.
De joven se conocen las reglas, pero de viejo las excepciones.
Muy cierto. En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos. Las expectativas adversas que existen hoy sobre la vejez, casi siempre están basadas en la ignorancia o en premisas falsas. Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena. En realidad. El elixir de la eterna juventud está escondido en el único lugar en donde a casi nadie se le ocurre buscar, en nuestro interior.
Dicen los que saben que tener una actitud y visión optimista añade 7 años y medio de vida.