Dar una explicación racional a una mente dictatorial solo los especialistas lo pueden lograr.
Jerrold Post, director del programa de Psicología Política de la Universidad George Washington sostiene que, a menudo, muchos dictadores “son individuos funcionan de manera perfectamente racional, pero que, en condiciones de estrés superan el límite y funcionan irracionalmente, sus percepciones se distorsionan y esto se refleja sobre sus acciones. Esto suele ocurrir cada vez que pierden o incluso cada vez que ganan. Y el único público que cuenta para ellos es… el espejo”
Según uno de los padres del psicoanálisis, Carl Jung, los dictadores siguen dos patrones: El de jefe tribal (el caso de Mussolini) y el de brujo o chamán (es la tipología de Hitler).
De acuerdo con Daniel Eskibel, quien, además de consultor político, es miembro de la Internacional Society of Political Psychology. En su opinión, señala que “el dictador es aquella persona que se ve dominada por una estructura cerebral situada en el tronco encefálico, sorprendentemente idéntica al cerebro que tiene cualquier reptil y que empuja hacia el dominio, la defensa del territorio y la autoubicación en la cúspide de una jerarquía vertical e indiscutida”.
Con la ayuda de la psiquiatría política, es sencillo comprender lo que hoy ocurre en Mexico.
Ciertos factores psicológicos colectivos favorecen el ascenso de la dictadura. La obediencia y la sumisión ciegas a una dictadura son posibles únicamente cuando el pueblo se siente debilitado por su propio yo y renuncia a su independencia. En tales circunstancias, el yo colectivo regresa a una etapa más infantil y busca ayuda y salvación. Así, el grupo confía en el dictador y lo venera, del mismo modo que el niño ingenuo confía en el padre y le confiere poderes mágicos.
¿Qué se puede hacer?
Conocer la opinión que profesionales de la salud mental tienen del Presidente Lopez Obrador, es alarmante. Lo más preocupante del padecimiento diagnosticado es que este es contagioso. No en su cariz activo, sino en quienes se identifican con él en forma pasiva. Puede atraer a grandes masas que renuncian a su pensamiento crítico y que se sienten en posesión de la verdad y omnipotentes, llegando a la violencia verbal, física y en algunos casos hasta la autodestrucción.
Mas sabe el Diablo por viejo, que por Diablo.
El Abogado del Diablo, intuitivamente se asocia con quien siempre lleva la contraria, pero la imagen detrás de la metáfora sugiere que ser catalogado de esta manera no es motivo para sentirse insultado, al contrario, en muchos casos es reflejo de ser capaz de asumir un ejercicio de inteligencia basado en el cuestionamiento de lo que nos resulta evidente a primera vista y enfocar desde las más variadas aristas un mismo asunto, dejando a un lado las creencias propias.
Fungir como Abogado del Diablo es exponer razones ante las sinrazones.