Dice una popular leyenda que el “canto de las sirenas” lleva a los hombres a la perdición.
Hace una semana, en el festival del Dia del Ejercito, el Presidente Lopez Obrador, agradeció a los soldados y marinos por no escuchar el canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y al golpismo. Sus críticos, los que se dedican al análisis político todavía están muy nerviosos por aludir sin ninguna necesidad a un fenómeno que, de existir estaría obligado a informar, lo cual a juicio de muchos no es exacto; más bien suponen que referirlo es una suerte de invocación.
Cuando el canto de las sirenas aparece en el discurso político, hay que tomarlo con reservas.
Cuando por segunda vez el Presidente Lopez Obrador, menciona el golpe de Estado en sus laudatorios discursos para el Ejército, no sabemos si está jugando con los resentimientos de algunos militares; o nos está anunciado algo posible o se está regodeando en algo imposible. De cualquier forma, resulta un riesgo, al menos para la Investidura presidencial, porque según dicta nuestro refranero de cabecera, una de dos: O le cantan las sirenas o le chillan los marranos
En el Mexico de hoy, no hay conspiración ni golpismo, lo que si hay es descontento social.
Cada crítica, cada movimiento social, cada reacción de la gente contra decisiones políticas del Gobierno de la cuarta transformación, para el Presidente Lopez Obrador, es una conspiración conservadora o una herencia neoliberal. Sin duda. La capacidad de autocrítica en Palacio Nacional es nula. Por ejemplo. Responsabilizar al movimiento feminista de conservador o de explicar que asesinato de la niña Fátima es responsabilidad del neoliberalismo no solo es absurdo, es vulgar.
Los datos duros aquí están.
La encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica, publicada el día de ayer muestra tendencias que deben ser preocupantes para el titular del Ejecutivo federal. Juzgue usted: La confianza en el Presidente Lopez Obrador es de 48.3 %, pero la desconfianza ya lo rebasó porque es de 49.3 %. El acuerdo con el Gobierno cayó del 62 al 50 %. Un 45.5 % de los encuestados están en desacuerdo con el Gobierno. Y, para el 58 % la mayor preocupación es la inseguridad.
El 43.4 por ciento de la gente ve al país estancado y un 25.6 por ciento lo ve retrocediendo.
Seamos claros. Cuando el 66 por ciento de la población considera que el tema de los feminicidios tuvo una pésima respuesta del Presidente Lopez Obrador, no se puede advertir al movimiento feminista de la infiltración conservadora o neoliberal. Más aún. Cuando crece el desconcierto y aumenta la desafección, es una insensatez desperdiciar los índices de aceptación que se tiene. Lo que debe hacerse es rectificar el discurso, no inventar conspiraciones ni invocar a las sirenas.