MESURA
Por Rubén Medina 28 Mayo 2020
Construyamos México
Es
cierto, tenemos un presidente atípico, provocador y más rijoso de lo que
quisiéramos, usa las estadísticas a su antojo y le cuesta aceptar la crítica.
Pero antes de ponerse un “chaleco México” y salir a la calle a pedir su
renuncia o darle un like a los hashtags virales que
vomitan en su contra, pongamos un poco las cosas en perspectiva. Primero,
porque nada se ha roto, para decirlo rápido. A estas alturas con Ernesto
Zedillo el peso se había devaluado y la economía había entrado en una debacle que
obligó a Estados Unidos a un rescate tan humillante como misericordioso. El
dólar y la inflación se mantienen sorprendentemente controlados y las
perspectivas económicas no están para fiestas, pero tampoco son alarmantes.
No
tendremos una recesión de menos nueve por ciento en el PIB como sucedió en 2009
con Calderón, ni locuras como la nacionalización de la banca con López
Portillo. Por lo demás, está claro que el desempeño de la economía mexicana
depende más del entorno internacional y las veleidades de la globalización que
de las decisiones de su presidente. Rijoso o no, la enorme prudencia con la que
ha llevado la relación con el intempestivo huésped de la Casa Blanca revela que
en las cosas que en verdad pueden dañar a México, López Obrador es mucho más
presidencial de lo que sugieren sus exabruptos y refranes desgastados. Pelear
con Trump en nombre del orgullo mexicano, habría sido la vía idónea para
exaltar a la masa y reforzar su popularidad en la calle. Sería lo esperable de
un populista nacionalista e irresponsable como el que nos pintan sus
adversarios en las redes sociales. Pero en el fondo AMLO no come lumbre ni
comete locuras, pese a su folclórico estilo.
Vayamos a lo que en verdad
importa; en cinco meses introdujo nuevas leyes en el ámbito laboral que rompen
el control de las élites sindicales y constituyen un misil en contra del dañino
corporativismo del viejo régimen. Una medida histórica, por donde se le vea, a
la que no se atrevieron los gobiernos de “la apertura” de Fox y Calderón. En
cinco meses redujo a diez por ciento la ordeña de los huachicoleros, un cáncer
salvaje y violento que creció frente a la pasividad, si no es que con la
complicidad de los gobiernos anteriores (y sí, hay detenidos, pese a que diga
lo contrario la propaganda de sus adversarios). No sé si la Guardia Nacional
sea la solución contra la inseguridad pública que va devorando región tras
región de nuestro país, pero pago por ver. Lo que está claro es que no podíamos
seguir por donde íbamos.
Me parece que habrá un antes y un
después con AMLO en lo que toca al dispendio y la corrupción de la clase
política. La apropiación del
patrimonio público como un derecho adquirido por los funcionarios ha recibido
un tiro de muerte, espero.
Muchas de las medidas de austeridad del
nuevo Gobierno parecen anecdóticas, incluso imprácticas y en más de un caso
perjudiciales (la pérdida de talento, por ejemplo). Puede ser un exceso someter
las jornadas presidenciales al caos de los aeropuertos y al desgaste de la
clase turista en cabinas de avión abarrotadas, pero en conjunto, eso, los
zapatos desgastados y todas las normas, usos y costumbres que se están
imponiendo, entrañan un cambio radical del saqueo al que se sometía a la
administración pública. Antes de execrar el siguiente “me canso ganso” habría
que recordar los excesos faraónicos y multimillonarios de una clase que creció
bajo la consigna de político pobre es un pobre político.
Cuando veo la intensidad
con que se repudia en algunos círculos a López Obrador, la vehemencia biliosa
que provocan los dislates y defectos del presidente, las redes de odio que se
han construido en su contra, me pregunto ¿qué hay en el fondo de esta reacción?
¿Por qué antes no encontraban el aire irrespirable? Supongo que tampoco les
gustaba la corrupción, el saqueo, la pasividad ante la inseguridad galopante o
la frivolidad del Gobierno, pero más allá del chiste inocuo por las torpezas
verbales de Peña Nieto, no parecía provocar urticaria, como ahora, lo que hacía
y decía el presidente.
Me parece oportuno llamar
la atención sobre los desaciertos de la nueva administración, pero sería
conveniente apuntar también sus aciertos; eso se traduciría en un mejor
Gobierno. Habría que evitar nutrir el ambiente intoxicado que provoca la eterna
cantaleta unilateral de algunos medios sobre los negros del arroz de la 4T o
los memes y videos de odio que circulan en las redes. Habría advertir que muchos de esos videos, pese a la calidad de
producción que ostentan, son propaganda disfrazada de noticia y plagada de
información falsa o distorsionada.
En suma, sugiero bajarle
dos rayitas porque será una travesía larga; no hundir el barco cuando apenas va
saliendo del puerto, sobre todo porque todos vamos en él.
Pd: ¿Por qué antes no encontraban el aire
irrespirable?...
Jorge Zepeda Patterson
Sin Embargo.mx