“Quizás sea tiempo de volar diferente, no en los aires de la gimnasia, sino en la vida”
En un testimonio tan honesto como impactante, Simone Biles, considerada por muchos como la mejor gimnasta de todos los tiempos, reconoció que su cuerpo “se derrumbó” durante su participación en los Juegos Olímpicos de París 2024. La estrella estadounidense, de 27 años, confesó que el regreso a la Villa Olímpica fue distinto esta vez: su cuerpo ya no responde como antes y, por primera vez, sintió el paso del tiempo como una carga real sobre su desempeño.
“Mi cuerpo se derrumbó”, expresó Biles a los medios tras finalizar una de sus rutinas. “No me sentía igual. Cada músculo me gritaba algo diferente. Fue como si mi cuerpo dijera: ‘Ya no soy la adolescente que solía volar sin miedo por el aire”.
Estas palabras, duras y vulnerables, conmovieron al mundo del deporte. No solo por lo que representan en términos de rendimiento, sino por el trasfondo emocional y psicológico de una atleta que ha cargado con ser la número uno desde su debut en Río 2016. En Tokio 2020, Biles ya había sorprendido al mundo al retirarse de varias competencias por razones de salud mental, iniciando una conversación global sobre el bienestar de los deportistas de alto rendimiento.
Ahora, en París, el reto es distinto: ya no es solo la mente, sino también el cuerpo el que exige descanso y cuidado.
Tras superar los “twisties” (bloqueos mentales que afectan el sentido del equilibrio en el aire) y tomar un tiempo fuera del circuito competitivo, Simone volvió en 2023 con fuerza y determinación, ganando nuevamente títulos nacionales e internacionales. Su clasificación a los Juegos de París fue celebrada como un regreso épico. Pero la exigencia física del deporte y el paso del tiempo no tardaron en manifestarse.
“Me di cuenta que mis rodillas crujían más, que necesitaba más tiempo para calentar, para recuperarme… y que, a veces, simplemente no podía hacerlo todo como antes. Me dolía el cuerpo al regresar a la Villa Olímpica después de entrenar. Lo sentí en los huesos”, confesó Biles.
Su entrenador también comentó sobre el proceso: “Simone es increíble, pero incluso los cuerpos más fuertes tienen un límite. Ella lo está enfrentando con una madurez admirable”.
¿Y ahora qué?
Aunque Biles no ha anunciado oficialmente si se retirará después de París, sus palabras dejan abierta la posibilidad de un nuevo capítulo en su vida: menos centrado en la competencia y más enfocado en su bienestar, en su familia y en inspirar desde otros espacios.
“Quizás sea tiempo de volar diferente, no en los aires de la gimnasia, sino en la vida”, dijo con una sonrisa que ocultaba cansancio, pero también determinación.
Simone Biles ya no es solo una gimnasta extraordinaria. Es una mujer que ha puesto sobre la mesa los costos de la grandeza y que ha decidido, valientemente, hablar desde la verdad de su cuerpo y su experiencia.