Opinion

A ver si llega mi canto a la montaña...

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 27 Marzo 2024

Así las cosas...

Mazatlecos, mazatlecas, amigos y amigas de la cultura:

Hoy nuestros músicos toman las calles, no solo como músicos, sino como guardianes de una tradición, como defensores de una identidad que corre el riesgo de desvanecerse en el torbellino de la modernidad desmedida y la voracidad del lucro burgués. Nos encontramos ante una encrucijada crucial en la historia de Mazatlán, una encrucijada donde se enfrentan los intereses económicos de unos pocos contra el derecho fundamental de todos los habitantes de esta tierra: el derecho a la cultura, el derecho a nuestro trabajo, el derecho a preservar las tradiciones que han sido la esencia de esta ciudad a lo largo de los siglos.

Las calles, las plazas, los malecones que abrazan el mar, todos han sido testigos mudos de la riqueza de nuestra música, de la alegría contagiosa de nuestros sonidos, de la diversidad de nuestras expresiones culturales. Pero en los últimos tiempos, estas calles han sido invadidas por fuerzas ajenas, fuerzas que buscan transformar nuestra ciudad en un mero escaparate turístico, en un parque temático para el disfrute de unos pocos privilegiados.

Los gentrificadores, con sus proyectos de remodelación y sus ambiciones desmedidas, pretenden convertir nuestros barrios históricos en enclaves exclusivos, expulsando a los habitantes de siempre, a aquellos que han dado vida a estas calles con su trabajo, con su arte, con su esfuerzo diario. Los hoteleros, por su parte, buscan monopolizar la oferta cultural de la ciudad, relegando a los músicos locales a un segundo plano, priorizando espectáculos importados que adulen y cortejen sus gustos mediocres y que poco tienen que ver con la autenticidad de nuestra cultura.

Pero hoy decimos ¡basta! Hoy alzamos nuestra voz en una protesta firme, para exigir que se respete nuestro derecho a la cultura, nuestro derecho a nuestro trabajo, nuestro derecho a preservar las tradiciones que hacen de Mazatlán un lugar único en el mapa cultural de México. No estamos dispuestos a permitir que nuestra ciudad se convierta en un mero escenario para el consumo turístico, en un parque temático donde se exhiben nuestras tradiciones como meros adornos para el disfrute de unos pocos.

Hoy, se tocan los instrumentos como armas de resistencia, como símbolos de nuestra lucha por la justicia, por la dignidad, por la libertad. Hoy entonamos nuestras canciones como himnos de rebeldía, como cánticos de esperanza, como llamados a la acción. Porque esta batalla no es solo nuestra, esta batalla es de todos los que amamos a esta ciudad, de todos los que creemos en la importancia de defender nuestras raíces, de preservar nuestra identidad, de mantener viva la llama de la cultura en medio de la vorágine del cambio.

Hoy, en esta plaza que ha sido testigo de tantas historias, de tantas alegrías, de tantas tristezas, hacemos un llamado a la unidad, a la solidaridad, a la resistencia. Porque juntos podemos construir un futuro donde la cultura sea el pilar fundamental sobre el cual se sustenta nuestra ciudad, nuestra sociedad, nuestra identidad.

Por eso les digo, amigos y amigas: no nos quedaremos de brazos cruzados mientras intentan arrebatarnos lo que nos pertenece por derecho propio. Levantémonos juntos, levantemos nuestras voces, los instrumentos, los carteles, en defensa de nuestra música, de nuestras tradiciones, de nuestra identidad. Porque hoy más que nunca, Mazatlán nos necesita, la cultura nos necesita, la libertad nos necesita. Y a quien le moleste la banda, la central de camiones está en Palos Prietos, 82010 Mazatlán, Sinaloa, el aeropuerto está en Carretera Internacional al Sur S/N, 82269 Mazatlán, Sinaloa y están abiertas la carretera libre y la de cuota. Ahí los despedimos con tambora.

¡Que viva la banda!

¡Que viva nuestra cultura!

¡Que viva Mazatlán!