Opinion

La realidad política del ser

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 09 Octubre 2023

Así las cosas...

El concepto del ser es un tema que ha intrigado a filósofos, psicólogos y académicos durante siglos. Es una entidad multifacética, un caleidoscopio de individualidad, conciencia e identidad. Si bien gran parte del discurso filosófico se ha centrado en los aspectos metafísicos y psicológicos del ser, existe una característica del ser que muy a menudo ha sido pasado por alto: su aspecto político.

Al examinar cómo el ser y la política se entrelazan, podemos obtener valiosas perspectivas sobre la naturaleza de la sociedad, la identidad y nuestra experiencia humana colectiva.

En su núcleo, el ser no es una entidad aislada, sino más bien un producto de su entorno y las interacciones que lo forman. Es el locus de la conciencia individual y la subjetividad, pero existe dentro del marco de un contexto social más amplio. Esta relación dinámica entre el yo y la sociedad, (el gran otro, en términos de Lacan), forma la base del aspecto político del ser.

En un sentido político, el ser no es simplemente un concepto interno e introspectivo; también es uno externo e interpersonal. Nuestras identidades son moldeadas, negociadas y a veces incluso impuestas por las sociedades en las que vivimos. Esta dimensión externa del ser es donde entra en juego la política, ya que el éste navega por la intrincada red de poder, ideologías y estructuras sociales.

La identidad, un aspecto central del ser, está intrínsecamente vinculada a la política. La identidad abarca no solo nuestras características individuales, sino también nuestras afiliaciones grupales, como raza, género, nacionalidad, religión y clase. Estas identidades pueden empoderar o marginar a las personas dentro de una sociedad dada.

La lucha por el reconocimiento y la afirmación de la identidad es entonces, intrínsecamente un acto político. El aspecto político del ser también abarca la relación entre el individuo y el Estado. Filósofos políticos como Thomas Hobbes, Jean-Jacques Rousseau y Vladímir Ilích “Lenin” han explorado el concepto del contrato social, donde los individuos renuncian a parte de su autonomía a cambio de protección y orden por parte del Estado.

Al hacerlo, el ser se convierte en un ciudadano, sujeto a las leyes y el gobierno de la sociedad. Este contrato social refleja el equilibrio intrincado entre la autonomía individual y la responsabilidad colectiva, una característica fundamental del aspecto político del ser. El ser no es solo un agente, sino también un sujeto de la autoridad política, y la interacción entre estos roles moldea nuestra conciencia.

La política es inseparable de la ideología, ya que las creencias, valores y principios que sustentan el sistema político de una sociedad influyen en la forma en que los individuos se perciben a sí mismos y sus roles en esa sociedad. Los marcos ideológicos, ya sea liberal, conservador, socialista u otros, dan forma a nuestra visión del mundo e informan nuestras identidades políticas.

El aspecto político del ser es evidente en cómo los individuos se alinean con ideologías particulares que resuenan con sus valores y aspiraciones. Ya sea un compromiso con la libertad individual o la justicia social, nuestras elecciones ideológicas están íntimamente ligadas a nuestra autoconcepción y compromiso político. El aspecto político del ser es una dimensión compleja y multifacética que merece una cuidadosa consideración, y revela la interconexión entre la identidad individual y el contexto social y político.

Comprender esta faceta del ser puede proporcionar valiosas perspectivas sobre las dinámicas de poder, identidad e ideología que moldean nuestra vida política. A medida que continuamos lidiando con las complejidades del ser en un mundo en constante evolución, explorar su dimensión política ofrece una vía rica y provocativa para la investigación filosófica.