Opinion

CONDICIONES PRECARIAS EN EL CAMPO SON EL RESULTADO DE MARGINALIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 27 Marzo 2023

Sinaloa vive en una realidad contradictoria que celebra la producción agraria, pero al mismo tiempo marginaliza a quienes le dedican su labor y su vida

Así las cosas… ¿Cómo podemos estar orgullosos de nuestro campo y al mismo tiempo relegar de una forma tan tajante a los jornaleros agrícolas? Sinaloa vive en una realidad contradictoria que celebra la producción agraria, pero al mismo tiempo marginaliza a quienes le dedican su labor y su vida. Las lamentables condiciones en las que viven y trabajan las comunidades agrarias de Sinaloa son una deshonra para nuestra sociedad, para nuestro espíritu y para nuestra historia.

Las desgarradoras noticias que han surgido en las últimas semanas sobre el fallecimiento de menores de edad a partir de las condiciones inhumanas en las que muchos de ellos y ellas se encuentran, deben ser vistas como contundentes golpes de realidad que han de despertar la conciencia y la moralidad de nuestra colectividad, y particularmente, de nuestra clase política.

La marginalización social y política del proletariado agrario ha sido una constante en nuestro país desde tiempos inmemoriales. El acceso a la seguridad social, la vivienda digna, los servicios básicos, la educación y la justicia laboral siempre han sido elusivos en el campo. La urbanización de los grandes núcleos de población en el estado, el crecimiento poblacional y la interminable demanda del mercado han impuesto una inmensa presión a un sector de la población que, a partir de su vulnerabilidad, se encuentra cada vez más frágil y tenue.

Existen, por supuesto, diversos factores que han impulsado las dificultades que se viven en el campo: la violencia laboral, el aislamiento, el crimen organizado y la discriminación son tan solo algunos ejemplos. Sin embargo, existe un elemento que dificulta profundamente la atención a las causas y efectos de esta problemática: la falta de empoderamiento político.

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Un sistema político que se hace llamar representativo no puede jamás ignorar las voces del campesinado que le pone el pan en la mesa, mucho menos en un estado como Sinaloa, que se jacta de ser un eje de producción agroalimentaria a nivel internacional. Los partidos y los políticos sólo buscan a los jornaleros en sus campañas y en sus acarreos, ofreciéndoles apoyos superficiales a cambio del voto. Como administradores, dirigen sus esfuerzos a la clase terrateniente, la misma que, no por coincidencia, resulta ser además el núcleo de la propia clase política del estado. No es posible que las pocas instituciones y fondos dedicados a apoyar a los trabajadores agrícolas sean cada vez menos y de menor alcance.

La solidaridad con las y los jornaleros agrícolas es una responsabilidad ciudadana y un deber humano. Todos los sinaloenses tenemos la obligación de impulsar el desarrollo de nuestras comunidades agrarias.

La voluntad política no es algo que existe sólamente en la burocracia del estado, ni es el objeto de un monopolio controlado por los partidos políticos. La voluntad política es la mayor herramienta para lograr cambios positivos a nuestra realidad actual, y es algo que no falta en el campo, las comunidades agrarias han jugado un papel protagónico en las grandes transformaciones nacionales, particularmente en la Revolución Mexicana. Sin embargo, su voluntad se encuentra cada vez más ignorada, olvidada.

Abandonar al campo y permitir condiciones como las que hoy se viven es el pecado original de nuestra nación. A México le urge un sistema que busque el empoderamiento político de las y los trabajadores del campo, que enaltezca y respete su voz, y que le de mayor influencia en la toma de decisiones políticas, sociales y económicas.