Opinion

¿CRISIS EN LA CORTE IMPERIAL? NO

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 22 Julio 2024

Así las cosas...

El presidente Joe Biden anunció este fin de semana su renuncia a la candidatura presidencial para las elecciones de 2024. Esta decisión ha desencadenado una “crisis” de liderazgo en los altos mandos políticos de Estados Unidos, revelando la fragilidad y las tensiones subyacentes dentro de la corte imperial de Washington.

La "corte imperial" es una metáfora que se utiliza para describir el establecimiento político de Washington, un círculo cerrado de poderosos individuos y grupos de interés que manejan los hilos de la política estadounidense. Esta élite no responde a los votantes comunes, sino a los intereses del gran capital y del colonialismo capitalista, funcionando como una dictadura administrativa que opera en las sombras del poder público.

La política imperialista de Estados Unidos ha sido históricamente una dictadura de administración del gran capital, indiferente a la figura política al mando. Desde la Doctrina Monroe hasta las intervenciones contemporáneas en el Medio Oriente, la agenda política de EE.UU. ha sido consistentemente moldeada por los intereses económicos y estratégicos de sus élites corporativas y financieras. La renuncia de Biden no altera este paradigma; simplemente destaca la continua supremacía de los intereses del capital sobre la voluntad popular.

La estructura de poder en Washington es notablemente resistente a los cambios intentados por los jefes del Ejecutivo. Por ejemplo, si bien Trump llegó a la presidencia, enfrentó enormes presiones e inercias por parte del establecimiento que lo llevaron a convertirse en poco más que un vocero más del fascismo moderno por fuera, y un administrador genérico del capital por dentro. Independientemente de quién ocupe la presidencia, las políticas fundamentales de Estados Unidos —incluyendo su enfoque imperialista en asuntos exteriores y su administración del gran capital en perjuicio del bienestar de sus ciudadanos y del resto del mundo— permanecen constantes.

Esta continuidad es testimonio de la influencia desproporcionada que las corporaciones y los intereses financieros ejercen sobre el gobierno. La renuncia de Biden es una clara ilustración de esta realidad. Aunque su decisión de no buscar la reelección es significativa en términos políticos, no altera las dinámicas subyacentes del poder en Washington. La "corte imperial" continuará operando en beneficio de los intereses del capital, mientras que los problemas sistémicos que afectan a la mayoría de los estadounidenses seguirán sin resolverse, al igual que las guerras imperialistas patrocinadas por EEUU en Ucrania, Palestina y Haití.

La falta de una figura destacada en el Partido Democrático sólo facilitará la victoria de Trump, cosa que fortalecerá a la ultraderecha internacional. Si bien Trump se pinta como un proteccionista y aislacionista, su liderazgo hará poco más que centralizar el poder político en una esfera todavía más pequeña y voraz que se alimentará de los recursos naturales y humanos del mundo para enriquecer a sus oligarcas.