Cuidemos a la infancia en esta emergencia nacional
Por Alex Méndez 13 Mayo 2020
Conciencia ciudadana
Ahora que estamos más tiempo en casa e
incrementa la convivencia con nuestros hijos, sobrinos o hermanos pequeños,
tenemos que asumir una nueva responsabilidad: apoyarlos a comprender el
fenómeno que estamos viviendo, enseñándoles a cuidarse y cuidar a los demás, al
tiempo que los ayudamos a tranquilizarse y asumir de la mejor manera posible
esta nueva rutina.
Aunque para ellos el encierro puede tener
algunas connotaciones positivas como, por ejemplo, no tener que despertarse
temprano para ir a la escuela, también experimentan momentos de tedio o
ansiedad por no poder ver a sus amigos, celebrar sus cumpleaños ni salir a
jugar al parque o a pasear. Por ello, el núcleo familiar debe ser un gran
soporte durante este periodo de distanciamiento social y será muy importante
establecer siempre una buena comunicación con los más pequeños de la casa,
hablándoles con claridad y escuchando con mucha atención cómo se sienten y qué
necesitan.
Lo más importante entonces será mantenernos
informados, pues así podemos explicarles por qué estamos viviendo esta
situación y qué debemos hacer para cuidarnos. Para ello, podemos consultar
documentos de organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef), que nos ayudan a complementar la información que obtenemos
día con día por parte las autoridades federales y locales sobre el avance de la
enfermedad y sus características.
Platiquemos constantemente con nuestras
niñas, niños y adolescentes (sin fomentarles el miedo ni una preocupación
excesiva) sobre cómo se contagia el COVID-19, cuáles son sus síntomas y qué
medidas debemos tomar para evitar riesgos. Así conocerán la importancia del
encierro y de todas las medidas de prevención.
Busquemos también una rutina equilibrada
entre actividades escolares, juegos, uso de dispositivos electrónicos,
activación física, lectura y convivencia familiar. De esta manera evitaremos
exponerlos demasiado tiempo a la información sobre la pandemia y contribuiremos
a que su desarrollo se mantenga lo más sano posible.
En este sentido, el artículo “Educación a
distancia en tiempos de COVID-19”, del Unicef, puede ser una valiosa guía para
apoyar de la mejor manera a que la educación de los niños continúe en esta modalidad,
brindándoles apoyo y seguridad, y motivándolos para que continúen su
aprendizaje en casa.
Pero no dejemos de ver a la niñez más
vulnerable: aquella que actualmente se encuentra en confinamiento en un entorno
de abuso y violencia intrafamiliar. Aquellos niños que no cuentan con los
recursos en su hogar para poder continuar sus estudios, y que incluso asistían
a clases en escuelas precarias, sin los servicios más básicos como agua o
drenaje.
Esta nueva realidad, que está cambiando la
perspectiva que teníamos de nuestra vida en casa y nuestras actividades
laborales, debe hacernos también más sensibles ante la situación de millones de
hogares en los que, como se ha repetido muchas veces en estas semanas de
cuarentena, “o se trabaja o no se come”, y de millones de niños que siguen
saliendo a las calles, no para jugar, sino para vender algo y poder comer. Esos
pequeños que desde antes no asistían a la escuela, y que ni siquiera imaginan
la posibilidad de contar con una educación a distancia.
Además, de acuerdo con el Panorama
Estadístico de la Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes en México,
publicado por el Unicef en 2019, casi cuatro de cada 10 madres y dos de cada 10
padres, sin importar su ámbito de residencia, han golpeado a sus hijos tras
haber experimentado un sentimiento de enojo o desesperación. En el ámbito de
encierro forzoso y estrés por reducción de sueldos o desempleo que estamos
viviendo, estas cifras podrían estar incrementando de forma alarmante.
Según dicho documento, “las niñas y niños
entre los 3 y 9 años suelen ser los más afectados por las agresiones
psicológicas o por cualquier otro tipo de castigo físico, y el uso de castigos
físicos severos suele intensificarse conforme van creciendo”. Estas cifras,
vistas a la luz de la mayor crisis a nivel mundial que se haya visto en décadas
y en un contexto de confinamiento obligado, nos llevan a pensar, como siempre,
en la imperiosa necesidad de proteger primero, y sobre todas las cosas, a
nuestra infancia.
Si el mundo va a cambiar, debería cambiar
también para construir sociedades menos desiguales y protectoras de los
derechos de todos, pero principalmente de nuestras niñas, niños y adolescentes.
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Alexandro Méndez es jefe de oficina de Recaudación de Los Mochis. Es
maestro en
Administración Pública y doctorando en Administración Pública por la
Universidad
Anáhuac del Norte. Es profesor de asignatura en la maestría en Administración
Pública
de la Universidad Tecnológica de México.