El nuevo gabinete: una oportunidad para fortalecer el servicio público
Por Alex Méndez 06 Septiembre 2021
Conciencia Ciudadana
Con los cambios de gobierno llegan siempre
nuevas agendas políticas y ajustes en la estructura de la administración pública. De
acuerdo con cada partido en el poder, estas agendas, más allá de su relevancia
para la ciudadanía, pueden fortalecerse o perder impulso hasta al punto de
dejarse en el olvido por muchos años. Por eso, en los periodos de transición
como el que estamos viviendo, se hace necesario subrayar que, para garantizar
una buena gobernanza, el aparato burocrático, más que cambiarse por completo,
debe consolidarse como una base sólida de funcionarios profesionales y
especializados en el rubro donde se desempeñan, con una verdadera vocación de
servicio y con los conocimientos y habilidades requeridos para su cargo. Sin
embargo, dar continuidad a quienes han funcionado requiere de una verdadera
voluntad política y una visión que trascienda simpatías y partidos.
Como sabemos, el futuro gobernador del
estado, Rubén Rocha Moya, de Morena, comenzará su gestión a partir del 1 de
noviembre y, hasta el momento, solamente ha dado a conocer a algunos de los
integrantes de su gabinete, entre quienes se encuentran Enrique Izunza, que
será el próximo secretario general de Gobierno y Ruth Díaz, como titular de la
Sedatu. Rocha Moya ha anunciado desde hace algunas semanas que será este mes
cuando dé a conocer el resto de su gabinete, muy probablemente después del 15
de septiembre.
En nuestro país, lo más común es que los
titulares y altos mandos de las dependencias federales y estatales formen parte
un círculo cercano de personas de confianza, simpatizantes y correligionarios de
los presidentes y gobernadores. No obstante, no hay que dejar de lado que el
fin último de la administración pública es atender las necesidades de la
ciudadanía y que para ello hay que contar con una preparación adecuada y con
vocación de servicio. El ascenso de personas no calificadas puede ser
perjudicial para las instituciones, al punto de dañar su reputación y desviar
los objetivos hacia el cumplimiento ambiciones personales o partidarias y no
para el bienestar común.
Cabe destacar que esta situación es un
fenómeno a nivel internacional. De acuerdo con la OCDE, en países como Chile,
España y Turquía, los cambios de gabinete y de funcionarios de alto nivel
(secretarios y subsecretarios) llegan a ser mayores al 95% entre una
administración y otra. En los casos de Chile y Turquía, los ajustes incluso a
nivel intermedio son de entre 50% y 94% de los funcionarios, mientras que en
España el cambio de subdirectores es del 0% a 5%, es decir, hay ajustes mínimos
en el personal a partir de esa estructura. En contraste, países como Canadá,
Japón y Holanda registran muy pocos cambios tanto en su gabinete, como en los
mandos de nivel alto e intermedio.
Aunque México no se encuentra entre los
primeros lugares de entre sus pares de la OCDE, es un hecho innegable que con
los cambios de administración se llevan a cabo muchos ajustes de personal
guiados por “amiguismos” y “compadrazgos” y no por una visión de Estado, lo
que, a la larga, daña el funcionamiento de los aparatos institucionales, además
de amenazar la continuidad de los proyectos de gobierno.
Por ello, es importante afianzar los
mecanismos institucionales que garanticen que el personal que labora en cada
dependencia cuente con el perfil necesario para desarrollar las labores
específicas de cada puesto que conforma la administración pública, y que cuente
con la capacidad para hacerlo de la manera más eficiente posible, además de
regirse por una conducta ética y alineados a una regulación interna que permita
que todas sus acciones se desarrollen en un marco legal.
Las lealtades políticas no garantizan un
cumplimiento adecuado de las funciones. Así, la elección de los servidores
públicos debe basarse en la trayectoria y la experiencia. El mérito debe
ponderar en cada designación, y para ello también es importante el
fortalecimiento del servicio profesional de carrera, a través del cual, los
candidatos a los distintos cargos de la administración pública comprueban, a
través de sus conocimientos y capacidades, que son los idóneos para integrarse
en el servicio público.
Por poner un ejemplo sobre los mecanismos
para garantizar que lleguen los perfiles adecuados para la gestión
gubernamental, en el Instituto Hacendario del Estado de México, dependencia de
la Secretaría de Finanzas, existe una certificación emitida por la Comisión
Certificadora de Competencia Laboral de los Servidores Públicos del Estado de
México (COCERTEM), el cual tiene como objetivo capacitar a los servidores
públicos profesionales, a fin de que adquieran el conocimiento necesario “en técnicas de administracíon para el manejo y
operación adecuado de los recursos, contribuyendo así al desarrollo de las
funciones de recaudación, fiscalización, cobranza, planeación, presupuestación,
ejercicio y control”. Este tipo de certificaciones, que incluyen diplomados,
cursos, talleres y seminarios, contribuyen a la mejora continua de los
funcionarios, fortalecen sus capacidades y permiten que la estructura de
gobierno se conforme por el personal más adecuado.
De acuerdo con la OCDE, las estrategias del
gobierno deben orientarse a fortalecer y comprender las dinámicas del
sistema de administración pública, por lo que es necesario diseñar estrategias que mantengan su
funcionamiento en los niveles óptimos. Para avanzar en el desarrollo y poder
implementar proyectos e iniciativas de gobierno a largo plazo y estables, es
necesario mantener también una estabilidad en la estructura del gobierno, y una parte fundamental para lograrlo es pensar en su capital humano: los servidores
públicos.
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disposición para cualquier comentario.
Alexandro Méndez es jefe de
oficina de Recaudación de Los Mochis, doctor en Administración Pública por la
Universidad Anáhuac del Norte y profesor de asignatura en la maestría en
Administración Pública de la Universidad Tecnológica de México.