A unos días de que finalice la década, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzó una advertencia muy seria para México y el mundo: Estamos en riesgo de que se registre un aumento sin precedentes de la desigualdad.
Con frecuencia, los análisis de la desigualdad se limitan al terreno económico, partiendo de la idea de que el dinero es lo más importante, pero el organismo advierte que existe nueva generación de desigualdades a las que se debe poner atención.
Al dar a conocer los resultados del Índice de Desarrollo Humano 2019, la ONU señala que el cambio climático, el desarrollo de las tecnologías digitales y la inteligencia artificial podrían ocasionar una nueva “gran divergencia” en la sociedad no vista desde la época de la Revolución Industrial.
En su informe titulado “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI”, el organismo recordó que la Revolución Industrial no solo generó una gran desigualdad entre los países industrializados y productores de materias primas, sino que también generó modelos de producción que nos han llevado a una crisis climática hoy en día.
De hecho, esta crisis climática está ocasionando transformaciones radicales que podrían ahondar las diferencias entre grupos sociales y países.
Un ejemplo de esto sería que en los próximos años crecerá el número de familias que generen su energía mediante paneles solares y por lo tanto consumirán energías limpias, renovables y más baratas.
En contraste, los hogares más desfavorecidos se verán obligados a continuar consumiendo energías de fuentes fósiles, que serán más caras y contaminantes, y esto les significará desembolsar un mayor porcentaje de su ingreso.
Por otro lado, las transformaciones tecnológicas ocasionarán un desplazamiento de la fuerza de trabajo humana por robots e inteligencia artificial, elevando el desempleo y el trabajo informal.
Además, las personas con mayores estudios y que laboren en empresas relacionadas a la economía digital, tendrán mejores oportunidades de ingreso y desarrollo en comparación a quienes sólo cuenten con educación básica y laboren en sectores susceptibles a automatizar su producción.
Por todo esto, además de la reducción de la brecha en los niveles de vida básicos, la ONU considera indispensable dotar a las personas de nuevas capacidades para competir en el futuro inmediato.
En el Informe se recomienda adoptar políticas de protección social que garanticen, por ejemplo, inversiones en aprendizaje permanente para ayudar a los trabajadores a adaptarse o cambiar a nuevas ocupaciones.
También propone construir un consenso internacional sobre cómo deben pagar impuestos las empresas de actividades digitales, a fin de que estos nuevos sectores contribuyan de manera justa al gasto público.
La tributación no puede considerarse de forma aislada, sino como parte de un sistema de políticas sociales, que incluyen fortalecer el gasto público en los rubros de salud y educación.
Por eso, es clave es que los gobiernos inviertan recursos en las personas desde la primera infancia y a lo largo de toda la vida, ya que la desigualdad comienza antes del nacimiento y puede acumularse, amplificada justamente por las diferencias en salud y educación, durante la edad adulta.
México tiene un enorme reto para reducir la desigualdad en la próxima década: En 2019 ocupó el lugar 76 de 189 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, con lo que cayó 2 posiciones respecto al índice de 2018.
A nivel Latinoamérica, las naciones con mayor desarrollo humano al 2019 son: Chile, Argentina, Uruguay, Panamá, Costa Rica y Cuba, todos por encima de nuestro país.
Debemos prepáranos cuanto antes como país para los retos que traerá la década por iniciar, de lo contrario la desigualdad y el descontento social serán todavía mayores de lo que hoy padecemos.