Opinion

SOCIALDEMOCRACIA: EL NUEVO DESPOTISMO ILUSTRADO

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 05 Agosto 2024

Así las cosas...

El despotismo ilustrado fue un fenómeno político del siglo XVIII, caracterizado por monarcas absolutos que adoptaron ideas de la Ilustración para implementar reformas en sus reinos. Los gobernantes como Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia y José II de Austria buscaron modernizar sus estados, promoviendo la educación, la ciencia y la racionalidad, mientras mantenían su poder absoluto. El lema "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" resume la esencia del despotismo ilustrado: los cambios se realizaban desde arriba, sin participación popular. Estas reformas buscaban aumentar la eficiencia del estado y mejorar el bienestar general, pero no cuestionaban la estructura de poder existente.

En esencia, el despotismo ilustrado pretendía consolidar el poder del monarca y evitar revueltas sociales mediante mejoras superficiales en las condiciones de vida de la población. La socialdemocracia moderna, surgida en el siglo XX, representa un enfoque diferente. Basada en principios democráticos y en la economía de mercado, la socialdemocracia pretende combinar el crecimiento económico con una redistribución equitativa de la riqueza.

En la actualidad, la oligarquía burguesa y la dictadura del capital han adoptado estrategias similares a las del despotismo ilustrado para mantener el control.

Estas élites económicas y políticas implementan medidas de socialización preventiva, distribuyendo parte de la riqueza generada por el imperialismo entre las masas para asegurar la estabilidad social y evitar el desarrollo de movimientos revolucionarios. La socialización preventiva se refiere a la implementación de políticas redistributivas que buscan prevenir el descontento social y mantener el statu quo.

Estas medidas pueden incluir programas de asistencia social, subsidios, becas y otros beneficios que mejoran las condiciones de vida de la población, pero sin alterar las estructuras fundamentales de poder y la propiedad. En este contexto, la riqueza del imperialismo – generada a través de la explotación de recursos y trabajo en regiones periféricas – es parcialmente redistribuida para mantener a las masas dependientes y evitar cuestionamientos profundos al sistema.

Esto crea una aparente mejora en la calidad de vida, pero sin cambios estructurales que desafíen la hegemonía de la oligarquía burguesa y la dictadura del capital. El despotismo ilustrado, como la socialdemocracia y las estrategias contemporáneas de la oligarquía burguesa comparten un hilo conductor: la utilización de la redistribución de recursos como un medio para mantener la estabilidad y el control, evitando cambios estructurales profundos en el orden establecido y así manteniendo el control de la dictadura del capital.

Si bien los socialdemócratas se jactan de establecer una corriente política “moderada” que busca un “punto medio” entre el capitalismo de mercado y el desarrollo social, la socialdemocracia es poco más que la cínica estrategia de la oligarquía del capital para mantener a las clases oprimidas no sólo en una posición de estabilidad, sino también de necesidad frente a la dictadura del capital´.